No tengas cerca a alguien vestido de triunfador.

Por alguna razón (muy larga de explicar y con muchas opiniones encontradas al respecto) la mayoría de personas tienen un concepto distorsionado de lo que es ser una persona fuerte.

Una persona fuerte no es quien es duro o poco compasivo con los demás. No es quien tiene una posición más alta en la empresa, ni quien no duda a la hora de mostrar indiferencia por el prójimo. No es fuerte quien ataca. No es fuerte el que no tiene miedo de, conscientemente, hacer daño a otra persona. Ni el que dice la verdad más cruel de todas. No es fuerte el que hace “lo que tiene que hacer, porque es lo que hay que hacer”. No es fuerte el que se ríe de las personas que no están en su mismo canal.

Son sólo personas tan débiles que tienen la necesidad natural de vestirse de triunfadores. No tienen principios, y si algún día los tuvieron, los empeñaron por uno de sus trajes de ganador.

Las personas fuertes son exigentes. Son gente de principios. Gente honesta consigo misma, y por consiguiente con el resto. Gente predecible, sencilla. No tienen miedo a la rutina, ni a ser distintos a la mayoría. No les preocupa a parecer flojo, o bobo, o aburrido. De hacer lo que el corazón quiere hacer, sin importar qué pensara nadie. La gente fuerte es compasiva y es independiente. La gente fuerte a veces engaña, por no hacer débil con la verdad, al que cree que es fuerte. Se quedan con la verdad para sí mismos, guardadita en un bolsillo de los miles que el alma esconde; y siguen hacia delante. La gente fuerte no chismorrea, ni necesita que los demás coincidan en sus opiniones. La gente fuerte es observadora. Es leal, es justa.

Las personas débiles no han sabido soportar la gravedad de una manipulación continuada. Han aceptado un rol que no es el suyo, porque a la sociedad le interesó que así fuera. No dudaran en darte la espalda si eso es lo que se supone que han de hacer. Venderán a quien tengan que vender, porque ya lo hicieron con su esencia, tiempo atrás.

Háganse un favor, rodéense de personas fuertes. Amen sólo a personas fuertes. Que no les engañe el entusiasmo de las personas débiles enmascaradas. Y lo que es más importante: hagan lo posible, cada día, por evolucionar. Por enriquecer sus almas, siguiendo sus principios y su corazón. No dejen de escucharlo porque alguien hable más fuerte que él.

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